domingo, 13 de julio de 2025

 

Ajustes razonables en el aula: garantía de equidad para todos los estudiantes.

 Ma. Guadalupe Cortés Aguirre

Alumna del 4 cuatrimestre de la universidad IEXPRO

Blog colaborativo

Materia: Educación didáctica contemporánea

En mi experiencia como directora de Educación Especial, tanto en los Centros de Atención Múltiple (CAM) como en las Unidades de Apoyo a la Educación Regular (USAER), he constatado que la implementación de ajustes razonables es un elemento clave para hacer efectiva la inclusión educativa y garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los estudiantes, independientemente de su condición.

Los ajustes razonables no significan bajar el nivel educativo ni dar “tratos preferenciales”, sino modificar o adaptar el entorno, las estrategias, los recursos, la evaluación o el currículo de manera proporcional a las necesidades del alumno, asegurando su participación plena y efectiva en condiciones de equidad.

He acompañado a docentes que, con disposición y guía, han transformado sus prácticas: desde modificar la forma de presentar instrucciones, permitir más tiempo en las evaluaciones, ofrecer apoyos visuales o permitir la participación por medios alternativos, hasta realizar adaptaciones curriculares significativas. Estos pequeños cambios, aunque a veces implican desafíos, marcan una gran diferencia en el proceso de aprendizaje y autoestima del alumno.

En el CAM, los ajustes razonables van más allá del aula. Se aplican en los espacios comunes, en las rutinas de autonomía, en el transporte escolar o incluso en los procesos de socialización, donde trabajamos en comunidad para respetar los ritmos y estilos de cada estudiante.

En el modelo USAER, la colaboración con el personal docente de escuelas regulares ha sido esencial. A través del acompañamiento directo, las asesorías técnico-pedagógicas y la elaboración conjunta de planes de intervención, los ajustes razonables se han convertido en una herramienta de empoderamiento docente, más que en una carga administrativa.

Un ajuste razonable puede ser tan simple como cambiar el lugar donde se sienta un niño con hipoacusia, o tan complejo como rediseñar la planeación didáctica para un alumno con discapacidad múltiple. Pero en todos los casos, la clave está en escuchar, observar, dialogar y actuar con empatía y compromiso ético.

Como autoridad educativa en el ámbito de Educación Especial, mi labor ha sido también formar a los equipos de trabajo en el marco legal que sustenta estos ajustes como la Ley General de Educación, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y los Lineamientos para la Educación Inclusiva— reforzando la idea de que "la equidad no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada quien lo que necesita para alcanzar su máximo desarrollo." (Vargas, 2025).

Implementar ajustes razonables no es solo una estrategia pedagógica: es una acción de justicia social que transforma aulas, rompe barreras y construye una escuela verdaderamente incluyente.





REFERENCIAS

Rodríguez Garza, R. (2018, noviembre 10). Ajustes Razonables para favorecer la inclusión educativa [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=k9z-79LC2uA

Vargas, H. (2025). Ajustes razonables en el aula: garantía de equidad para todos los estudiantes [Documento inédito].



















2 comentarios:

  1. En mi experiencia como docente he comprendido que ningún grupo es homogéneo. Cada estudiante llega con su historia, su ritmo, sus intereses y, en muchos casos, con barreras que pueden dificultar su aprendizaje si no intervenimos adecuadamente. En este contexto, los ajustes razonables no son una concesión ni una carga extra para la docencia: son una herramienta clave para asegurar que todos nuestros alumnos tengan las mismas oportunidades de aprender y desarrollarse.
    Los ajustes razonables consisten en modificar o adaptar estrategias, actividades, tiempos, materiales o formas de evaluación, sin alterar los aprendizajes esenciales que marca el currículo. Son, en esencia, una forma de planificar con flexibilidad y conciencia de la diversidad del grupo. No se trata de "bajar el nivel", sino de abrir diferentes caminos para llegar al mismo objetivo.
    Desde mi experiencia, sé que estos ajustes marcan la diferencia para muchos alumnos, desde quien necesita más tiempo para realizar una tarea, hasta quien requiere apoyo visual, explicaciones más simples, o la posibilidad de demostrar lo aprendido de otra forma. Implementar estos cambios exige planificación, y sobre todo voluntad y sensibilidad.
    Al incluir ajustes razonables en nuestras planeaciones, también estamos enviando un mensaje muy claro al grupo, que todos tenemos derecho a aprender y todos aprendemos de manera distinta. Esto fomenta una cultura de aula más inclusiva, respetuosa y colaborativa.
    A veces, nos enfrentamos a la falta de formación específica o de recursos humanos. Pero también es cierto que, como docentes, tenemos la capacidad de observar, probar, adaptar y compartir estrategias que respondan a las necesidades reales de nuestros estudiantes. La planificación didáctica debe ser flexible, no una estructura rígida que excluya a quienes aprenden de forma diferente.
    Los ajustes razonables no solo benefician al alumno que los necesita: enriquecen el proceso de enseñanza y aprendizaje para todo el grupo y nos acercan a una escuela más justa, más humana y realmente inclusiva.

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  2. Como directivos de escuelas, nuestra labor trasciende la administración; somos los arquitectos de un futuro más justo, equitativo y humano. La educación inclusiva no es una opción, es una necesidad urgente. Cada estudiante que llega a nuestras aulas con una historia, una cultura, una capacidad única, merece no solo ser recibido, sino ser valorado, apoyado y guiado hacia su máximo potencial.
    La inclusión es un acto de valentía. Implica reconocer que cada diferencia es una oportunidad de aprendizaje, que cada desafío es una puerta abierta a la innovación pedagógica. Al construir escuelas inclusivas, no solo estamos cumpliendo con un mandato legal o una directriz institucional; estamos sembrando las semillas de una sociedad más empática, solidaria y resiliente.
    Nuestro liderazgo debe ser el faro que ilumine este camino. No basta con dirigir desde el escritorio; debemos estar presentes en cada rincón de la escuela, escuchando, observando, aprendiendo. Debemos ser los primeros en abrazar la diversidad, en cuestionar prejuicios, en derribar barreras. Solo así podremos inspirar a nuestros equipos docentes, a nuestras familias y a nuestros estudiantes a hacer lo mismo.
    La formación continua es esencial. Necesitamos herramientas, estrategias y conocimientos actualizados que nos permitan responder a las necesidades cambiantes de nuestra comunidad educativa. Pero más allá de la técnica, necesitamos convicción, pasión y un profundo sentido de justicia social que nos impulse a actuar con determinación y compasión.
    Al crear escuelas inclusivas, estamos construyendo puentes, no muros. Estamos demostrando que la verdadera riqueza de una sociedad radica en su capacidad para acoger, integrar y celebrar la diversidad. Y como líderes, tenemos el poder y la responsabilidad de hacer de nuestras escuelas el reflejo de ese ideal.
    No se trata solo de adaptar el currículo o modificar el entorno físico; se trata de transformar corazones y mentes. Se trata de crear una cultura escolar donde cada voz sea escuchada, cada necesidad sea atendida y cada estudiante se sienta valorado y capaz.
    Este es nuestro llamado. Este es nuestro propósito. Porque en cada niño y niña que atendemos, en cada joven que guiamos, está el futuro que soñamos. Un futuro donde la inclusión sea la norma, no la excepción. Y ese futuro comienza hoy, en nuestras manos, en nuestras decisiones, en nuestra visión compartida.



    SANDRA BUSTAMANTE CIPRÉS
    DIRECTORA DE LA ESCUELA SECUNDARIA GENERAL
    “MARÍA LUISA ROSS LANDA”
    TIZAYUCA, HIDALGO.

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